Si no respetamos la vida... ¡¡¡ Menos la muerte!!!

Estimado amigo, apreciable amiga, la presente reflexión es una de esas que tal vez no debieran hacerse nunca, ya que causan un gran pesar y hablan muy mal del ‘homo sapiens’ como especie.

Recientemente nos damos cuenta de un vídeo donde cuatro soldados de la marina de los E.U.A. orinan, entre risas festivas como telón de fondo, sobre los cadáveres de tres personas, ‘talibanes’ dicen ellos, en Afganistán.
Para un servidor, el término ‘talibán’ no pretende ser despectivo ni denigrante, solamente utilizo el término dado a conocer por las agencias informativas, para mi, es un movimiento ideológico afgano.

Sin importar de quien se trate, son los cuerpos de seres humanos que ya no están con nosotros y deben y merecen ser tratados con respeto, sin importar raza, color, ideales, edades; vamos, no deben importar ni siquiera sus hechos en vida, aun cuando hayan sido negativos.
Si bien, la azarosa historia de la humanidad ha estado llena de muertes y guerras estúpidas y sin razón,(¿Habrá alguna razonable?) igualmente la historia ha estado saturada de ejemplos y tradiciones de respeto por aquellos seres que ya nos han dejado, sin importar la causa por la cual no están con nosotros.



El respeto y la honra a nuestros muertos ha sido elemental y se nos ha inculcado desde las más primitivas civilizaciones: desde el primitivo hombre de Neanderthal, pueblos como Egipto, China, Mesopotamia, Persia, India, Grecia, Roma, así como Los Incas, Los Aztecas, Mayas, Olmecas, Toltecas, Los Purépechas, nos han legado el ejemplo del respeto a los difuntos; Todas las religiones y civilizaciones del mundo han dejado testimonio en sus libros sagrados y en soberbios monumentos funerarios el respeto que siempre la humanidad les ha dispensado; Desde los megalitos, Los dólmenes, Los Cromlech, Las Cistas o el Mausoleo de Halicarnaso, hasta Las Pirámides de Egipto, el grandioso y suntuoso Taj Mahal y las costumbres purépechas de honra a los difuntos.





Se me viene también a la memoria el escarnio público que se hizo a nuestros próceres de la independencia, cuando dentro de una jaula, permanecieron expuestas en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, las cabezas de Don Miguel Hidalgo y Costilla, de Ignacio Aldama, de Ignacio Allende y José Mariano Jiménez, desde el 14 de octubre de 1811, hasta marzo de 1821.



También recuerdo, ya en la época actual, el escarnio y burla que se hizo del cuerpo de Arturo Beltrán Leyva, cuando tras su muerte, en Cuernavaca el 19 de Diciembre de 2009, fueron dadas a conocer a la opinión pública mundial unas fotos donde se muestra como se manipuló su cuerpo con clara muestra de burla de su cuerpo sin vida; “Que fueron los marinos, que no, que fueron los elementos del Servicio Médico Forense, que blá, blá, blá.”
Como es historia reciente, debo decir que incomodó no sólo a un servidor, sino a la nación entera, incluso a la opinión pública mundial.

El ‘Mártir del Gólgota’ sufrió el escarnio público en vida, ya muerto, se le dejó descansar en paz.

Sin pretender dilucidar si la muerte de un semejante es justa o no, cuando una persona comete delitos contra sus semejantes, me queda claro que debe ser juzgada y castigada por sus delitos y crímenes; pero me queda claro también que cuando un ser humano muere, ya no debe ser punible.

Es comprensible que una persona puede ser muerta en infinidad de circunstancias, desde un infarto, un golpe accidental, una bala perdida, hasta 100 puñaladas o 300 balazos; lo que sigue, después de las actuaciones legales, es darle una sepultura digna, acorde a las costumbres de la persona o familiares del difunto.

Ciertamente, el odio hacia un semejante ante el cual las circunstancias nos pueden poner en bandos contrarios puede ser muy grande, pero si la persona que consideramos ‘enemigo’ no puede ya actuar contra nosotros, ya que ha dejado esta vida; Ya no nos pertenece, resta a sus deudos honrar su memoria de acuerdo a sus costumbres.

La legislación española y otras legislaciones en el mundo, castigan ‘la falta de respeto a los muertos’ (Ignoro si las leyes mexicanas lo hacen también); Un servidor no sabe de conducta semejante en todo el reino animal, por lo que deduzco que es una conducta humana, que si bien podríamos explicarla, no la justificamos.

El mundo pide justicia y pide se castigue a los marinos norteamericanos, ¿Podrán hacerlo? No dudo que los soldados norteamericanos hayan sufrido contratiempos y que hayan tenido mucho dolor por causa de sus contrincantes, que al igual que ellos, sólo han sido enviados por sus ‘líderes’; No dudo que los marinos mexicanos hayan sufrido y padecido las consecuencias de estar en bandos contrarios, incluso vivido acciones de mentes desquiciadas dedicadas a la delincuencia, pero lo que no debemos hacer ni permitir, es el regreso a la barbarie, al primitivismo salvaje, y mostrarnos verdaderamente como seres civilizados, de leyes y de principios.

Un delincuente podrá ser procesado por sus crímenes, un soldado de un ejército rival, podrá ser apresado o muerto, en fin, todo ser humano puede ser muerto por infinidad de circunstancias, pero el no respetar los cuerpos de nuestros hermanos muertos, es retroceder milenios en el avance de la civilización.

Sin duda, los marinos norteamericanos, igual que los elementos de la Marina Mexicana, han hecho infinidad de labores dignas de aplauso y reconocimiento de nuestra sociedad; señores encargados de los diversos cuerpos militares, no permitan que hechos como los comentados empañen toda una labor conjunta de miles de personas que día a día cumplen cabalmente con sus encargos.

Espero que hechos como los comentados, sean solamente la excepción y no la regla, no debemos permitirnos perder la fe en la raza humana.