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Los mexicanos y los diminutivos.
Estimado amigo: ¿Conoce Ud. Las canciones mexicanas “Cielito lindo? ¿Farolito? ¿Dos arbolitos?; sería excepcional si su respuesta fuera negativa.
Lo anterior me motiva a la presente reflexión ya que bien deberían llamarse tan sólo “Cielo lindo”, “Farol” o “Dos árboles” y caigo en cuenta que los mexicanos tendemos a usar en nuestro diario lenguaje infinidad de vocablos en diminutivo.
Para un rico almuerzito, ¿No se le antojan unos frijolitos calientitos, con quesito, con unas tortillitas recién echaditas, con un chilito muy sabrosito o unos chilaquilitos picositos, acompañados por una tacita de cafecito bien calientito, con una semita o un panecito?
Me preguntaba, vagabundeando entre los encinos de Urícuaro el porque de ésta característica peculiar de nuestro lenguaje y expongo a usted algunas de mis conclusiones.
Si bien es cierto que en todos los países pueden existir, y que los argentinos y algunos andaluces también se pintan solos en el uso de diminutivos; no hay quien gane a los mexicanos en su uso cotidiano y generalizado.
De nuestra herencia española tendríamos el primer factor que explique parcialmente lo anterior. (España nos sometió, nos inculcó su forma de expresión).
De nuestra herencia indígena, concretamente de las tribus nahuatlacas (Es decir, hablantes del nahuatl, tribus dominantes de la región central de lo que sería México, hasta la llegada de los españoles) tomariamos el sufijo “tzin” que se traduce en algo así como “ito” o “ita” y es así como llegaron hasta nosotros las traducciones por ejemplo de “Tonatzin – Madrecita” “Tzapotzinco – En los zapotitos” “Nopaltzinco – En los nopalitos” “Ahuatzinzinco – En los encinitos”.
También creo que los mexicanos somos un pueblo afectuoso, “cariñosito” pues, y en ese sentido creemos que al referirnos a algo o alguien en diminutivo, expresamos mediante éste, un grado mayor de ternura, de cariño, de afecto, y asi decimos: “mi niñita”, “mi mujercita”, “mi chaparrita”, “mi morenita”, “mi madrecita”, etc.
Podemos indicar tambien afecto exagerado y respeto a la vez, por ejemplo al referirnos al “patroncito”, al “jefecito”, “padrecito”, “doctorcito”.
Expresamos también un temor respetuoso al decir “Diosito”, “La virgencita”, “El santito”; pero también intentamos disminuir la dimensión de algo al decir “Préstame un dinerito”, “Hazme un favorcito”.
Lo utilizamos como medida indeterminada de tiempo o lugar: “En un ratito llego” (No llegaremos); “Espérame cinco minutitos” (Llegaremos en una hora); “Por ahí andaré afuerita” (No lo encontraremos).
Para expresar afecto o picardía; a nuestros hijos, sobrinos, ahijados, les llamamos “Manuelito”, “Rosita”, “Josesito”, “Jaimito”; un servidor y amigo ya no se cuece al primer herbor y para la gente de mi comunidad sigo siendo “Luisito”; Recuerdo a una entrañable amiga quien tiene un hermano llamado Eloy y le preguntabamos ¿Como está Eloyito? Y ella prontamente corregía “Querrán decir Eloycito”; recordemos también las andanzas de “Pepito”
Tambien los hijos, nietos, usamos el diminutivo intentando sobornar a nuestros mayores, así, cuando mi hija refiriendose a mi me dice “Papito”, ya sé que algo quiere obtener de mi.
Todo lo anterior no tiene cabida en la gramática dictada por la Real Academia de la Lengua Española, pero los mexicanos la utilizamos tal vez inconcientemente para rebelarnos ante los indicios de la autoridad a que fuimos sometidos por los españoles.
A traves de los diminutivos pretendemos comunicarnos no con el área racional de nuestro interlocutor sino con su parte sentimental, emotiva; No es igual decir “Se cayó un viejo de la banqueta” que decir “Se cayó un pobrecito viejito de la banqueta”, además hemos sido tan versátiles que los usamos, gramaticalmente hablando, de varias maneras:
Como sustantivos: “Que hermosa casita”
Como adjetivos: “Que casa tan chiquitita”
Como cuantificadores: “Sírveme poquitito molito”
Como verbos: “Nos escapamos corriendito”
Como adverbio de lugar: “Te espero enfrentito”
Como adverbio de tiempo: “Llegaré mas tardecito”
Como adverbio de modalidad: “De veritas” (No es latín, queremos decir: De veras)
Como adverbio de cantidad: “Nomás tantito”
Estimado amigo, en nuestra afición musical existen centenares de melodías que llevan el diminutivo, citaremos como ejemplo “Las mañanitas”, “La Adelita”, “Amorcito corazón”, “Arroyito”, “Adiós Mariquita linda”, “La Panchita”, “Granito de Sal”, “Mi cariñito” y me queda claro que se oyen mejor que si tan sólo se llamasen “Las mañanas”, “La Adela”, “Amor corazón”, “Arroyo”, “Adiós Marica linda”, “La Pancha”, “Grano de sal” o “Mi cariño”.
Para concluir, reciban un saludito cordial desde los encinitos de Urícuaro.
Parece mentira, Don Luis (¡¡ya iba a decir Don "Luisito"!!), pero esas pequeñas cositas tan chiquirriticas son las que nos llevan a lo profundo, a la esencia de las cosas. Me parece una excelente reflexion sobre esa costumbre nuestra (hablo de la patria grande, América) de hacer diminutivos. Y es muy cierto... los mexicanos son maestros y pioneros en eso.
ResponderEliminarSiempre es grato escucharlo a usted "reflexionando en voz alta", por decirlo así; algo nos queda, no lo vaya a creer.
Y eso nos hace ver que no estamos tan solitos en el mundo: uniditos "toiticos" nosotros en nuestra lengua y en nuestra alma,es como seremos verdaderamente grandes
Un saludo afectuoso, extensivo a todos los suyos
Hace sólo unos cuantos días le comentaba a mi esposa que si nunca iba a dejar de jugar a las "comiditas", ya que siempre me está rogando con unos frijolitos, tortillitas, cafecito o un atolito. Puede ser que el origen de esta tendencia a "diminutizar" todo nunca lo encontremos pero, lo que sí es seguro, es que ese lenguaje nos hace sentir el calor humano.
ResponderEliminarUn saludo cordial para su persona y su apreciable familia.
Estimados amigos Afterbach y BCM, tienen razón, los modismos forman parte de nuestra cultura, y bueno, es algo común en nosotros y en los países de habla hispana. Gracias por sus comentarios y sus visitas,reitero son reflexiones basadas en la observación y en los años. Un saludo cordial, un gusto tener sus amables visitas.
ResponderEliminarEstimado amigo Luis, llegué un poco 'tardecito' pero me hago presente y, quizá un poco extraño, mas que para comentar su reflexión, que sin duda alguna llena de profundo contenido, lo hago para agradecerle esta 'lección'. ¿Por qué le llamo así?, porque para ser sincero, apesar de usarlo como usted bien lo expresa a cada 'ratito', nunca me había puesto a reflexionar en ello. No cabe duda urge trasladarme a la fronda de esas formidables encinas, pa' ver si se me pega un 'poquito' (je, je, je). Saludos para usted y su apreciable familia, deseando todo se encuentre bien por esos bellos parajes michoacanos. tacamba.
ResponderEliminarMi estimado Luis...ito; jajajá ; después de pasar unos diítas por el campito llego y leo lueguito esta entradita tan acertada suyita.
ResponderEliminarLo que quiero decir es que siempre hemos creído que esta es una característica "chilensis" ;( y nos autocriticamos por ello) pero no, está en la esencia misma del latinoamericano, de eso no me queda la menor duda.
Saluditos mi estimado amigo ( ah, casi me olvido , acá le decimos Lucho,Luchito a Luis) los que se extienden a su esposa y familia de parte mía y de mi querida esposa.
Que interesante reflexión!!!
ResponderEliminarsaluditos!!!
Estimado amigo, gracias por su visita y gentiles comentarios, le diré que ya hacía un 'ratito' que éste pequeño 'articulito' no recibía un comentario, aunque fuese 'pequeñito'.
EliminarUn 'saludito' cordial para usted y su apreciable familia.
muy buen blog :)
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